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lunes, 1 de diciembre de 2008

Y de casa ni hablar

Las promotoras sacan pecho ante la mayor caída de ventas desde los 90
El mercado inmobiliario ha dado muestras de estancamiento en el salón 'Barcelona Meeting Point', que hoy se clausura. Los empresarios escenifican su optimismo, pero ni con coches, garajes o hipotecas gratis han conseguido captar a los compradores.

MERCEDES GÓMEZ

Las promotoras inmobiliarias acudieron esta semana con sus mejores galas a la cita del Barcelona Meeting Point, el certamen internacional que ha reunido a las grandes empresas en la ciudad condal durante toda la semana y a más de 20.000 visitantes. La consigna con la que los empresarios se presentaron a la feria fue la de sacar pecho y transmitir una sensación de relativa tranquilidad a los compradores. Sin embargo, se enfrentan a un parón de ventas desconocido en el mercado desde la crisis de principios de los años 90.

Y para muestra, los obsequios, regalos, promociones y agasajos varios con los que las compañías competían para captar a los contados compradores que se acercaron al salón con el propósito de hacerse con una casa. Plazas de garaje, coches, cheques-regalo o hipotecas gratis durante el primer año han sido algunas de los 'ganchos' para cerrar operaciones.

Hace poco más de un año estas estrategias de marketing eran impensables. El mercado absorbía toda la producción de viviendas a cualquier precio, sin la necesidad de esforzarse en la venta pura y dura. Tampoco entraba en los pronósticos que las empresas tuvieran que incrementar abultadamente las inversiones publicitarias dedicadas a anunciar a diestro y siniestro su oferta inmobilaria. Pero desde abril, la demanda ha experimentado un parón sin precendentes que ha pillado fuera de juego a las firmas promotoras.

Es cierto que el encarecimiento de las hipotecas tras las últimas alzas de los tipos de interés adoptadas por el Banco Central Europeo y los desorbitados precios a los que cotiza el metro cuadrado expulsan del mercado a un buen número de familias.

La demanda, no obstante, no está agotada. El problema, según explican los expertos, es que permanece «embalsada». Es decir: los potenciales compradores con solvencia, presos de la incertidumbre que envuelve al mercado inmobiliario, han decido posponer su decisión. Confían en que se produzca una caída del precio de la vivienda en los próximos meses. Creen que sí retrasan la operación podrán ahorrarse un buen puñado de euros.

Esta contención de la demanda es la que explica el desplome de las cifras de ventas en lo que llevamos de año. El descenso se agudizó aún más a partir del mes de agosto coincidiendo con la crisis financiera de los mercados internacionales a raíz del crash de las hipotecas subprime. «Nadie imaginaba que se frenara en seco», admite un empresario del sector que reconoce que ni con regalos ni con campañas publicitarias logra despegar las ventas.

Hasta el mes de septiembre, los contratos apalabrados por las grandes empresas inmobiliarias cotizadas se han reducido una medida del 50% con respecto a los nueve primeros meses de 2006, según los resultados presentados hasta el momento a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Dependiendo de las zonas, el descenso es más acusado. Las comercialización de pisos en algunas zonas de costa y en la periferia de las grandes urbes están prácticamente paralizadas desde hace meses, se quejan en el sector.

Por ejemplo, las preventas de Parquesol -la inmobiliaria controlada por el grupo San José- han caído un 40% hasta septiembre, mientras que Realia- empresa participada por Caja Madrid y FCC- ha cerrado un 63,5% menos de operaciones.

El año tampoco ha sido boyante para Real Urbis en el plano residencial, ya que sus ventas comerciales son un 44% inferiores a las contabilizadas un año antes.

La evolución del resto de las grandes compañías - Metrovacesa, Martinsa-Fadesa, Sacyr Vallehermoso y Colonial- no se conocerá hasta que presenten a lo largo de esta semana los resultados correspondientes al tercer trimestre. Pero los analistas no esperan que salven con más alegría la situación.

Este retroceso no tendrá impacto a priori en la cifra de negocio de estas sociedades. Su ritmo de producción- entre 18 y 24 meses para concluir una promoción- les garantiza sus ingresos para un año o año y medio.

La crisis comenzará a pasar factura al negocio si concluido el plazo para entregar las llaves de las promociones vendidas y si el volumen de reservas de viviendas no despega en las próximas semanas. De momento, algunas empresas han reaccionado parando algunas de las edificaciones previstas por temor a que las contrataciones no remonten a corto plazo.

Al iniciar el año, las previsiones del sector apuntaban a que la producción de pisos se recortaría este año en el entorno de un 20% para ajustarse a la demanda. Sin embargo, el descenso será más acusado si los compradores no abandonan su aletargamiento.

Darle un giro de 180 grados a la situación pinta bastante complicado. No es fácil modificar la percepción de un mercado a la baja que tienen los compradores. Mucho menos, con unas elecciones generales a la vuelta de la esquina. «Las épocas prelectorales no favorecen nada las ventas», explica un experto del sector. «Las ofertas de los partidos políticos en materia de vivienda retraen la demanda», apostilla.

Mientras tanto, los empresarios del sector intentan recuperar la confianza de los compradores trasladando una imagen de normalidad. «Los precios no van a bajar», insistió el presidente de Martinsa-Fadea, Fernando Martín, por enésima vez durante la inauguración del Barcelona Meeting Point.

Hace una semanas, Martín fue un poco más lejos y pronosticó que la vivienda podría volver a dispararse dentro de dos años por efecto de esa demanda embalsada.

Esta es la teoría que defienden las inmobilarias que componen el lobby conocido como el G-14 y que preside Martí. En su opinión, si esos compradores contenidos salen al mercado a la vez y no hay suficiente oferta, los precios pueden volver a crecer a ritmos insospechados.

Esta teoría también es compartida por las entidades financieras. El director general de La Caixa, José María Nin, también se refirió esta semana a los peligros de la 'demanda embalsada' acompañada de un ajuste de la producción. «Si este embalse se rompe», dijo «se producirá una nueva subida de los precios debido a la escasez de oferta».

Otra cuestión es que el freno de las ventas se prolongue en el tiempo. «Si no se vende, antes o después los precios acabarán cayendo para dar salida a todo el stock», opinan fuentes del sector.

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